La Capilla Sixtina es la joya del arte renacentista situada en el corazón del Vaticano, es mundialmente famosa por sus impresionantes frescos.
Pintada por el maestro Michelangelo en el siglo XVI, su techo y el «Juicio Final» en la pared del altar son considerados cumbres del arte occidental.
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Para acceder a la Capilla Sixtina puedes hacerlo por libre o comprando una entrada anticipada que te ahorrará infinitas colas de espera.
Las dos entradas más populares son:
La Capilla Sixtina se encuentra dentro del recinto de los Museos Vaticanos, por lo que para acceder a ella deberás comprar los mismos tickets.
De lunes a sábado de 9:00 a 18:00 horas (último acceso 16:00).
Último domingo de mes de 9:00 a 14:00 horas (último acceso 12:30), resto de domingos cerrado.
Cerrado 1 y 6 de enero, 11 de febrero, 19 de marzo, 12 y 13 de abril, 1 y 21 de mayo, 29 de junio, 15 de agosto, 8, 25 y 26 de diciembre.
Adultos: 17 €
Niños de 6 a 18 años: 8€
Estudiantes entre 19 y 26 años: 8 €
El último domingo de cada mes es gratuito.
Una de las formas más habituales y económicas para ir a la Capilla Sixtina es en metro tomando la línea A (roja) hasta la parada «Ottaviano – Musei Vaticani.
Si tuviéramos que destacar algunos puntos fuertes e indispensables de la joya renacentista del Vaticano sería:
Esta magnífica obra cubre la pared detrás del altar y muestra a Cristo juzgando a las almas. Rodeado de ángeles y santos, y con una vibrante paleta de colores, Michelangelo representa el destino eterno de la humanidad, mostrando tanto la salvación como la condenación.
La serie de paneles ilustra historias del Génesis, desde la Creación de Adán hasta el Diluvio Universal.
Cada imagen narra con detalle y maestría los momentos clave de la creación, mostrando la habilidad sin igual de Michelangelo en la representación del cuerpo humano.
Antes de Michelangelo, artistas como Botticelli y Perugino decoraron las paredes con escenas de la vida de Moisés y Cristo.
Estas pinturas, ricas en simbolismo y detalle, establecen un diálogo visual entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, destacando la continuidad de la fe cristiana.
La construcción de la Capilla Sixtina comenzó en 1473 bajo el mandato del Papa Sixto IV, de quien toma su nombre.
Originalmente, fue concebida como la capilla personal del Papa y un espacio para ceremonias religiosas.
A lo largo de los años, su significado trascendió, convirtiéndose en un símbolo del poder y la influencia de la Iglesia Católica en el Renacimiento. Además, su rica decoración artística la posicionó como un testimonio del fervor religioso y la pasión por el arte de la época.